"Dime lo que comes y te diré quién eres", proclama el famoso dicho de Jean Anthelme Brillat-Savarin. Italia es uno de los países simbólicos de esta filosofía y conocer la comida italiana, con su historia, su variedad y su autenticidad, significa conocer la cultura y la identidad de toda una nación. Los platos típicos, con sus variaciones regionales más o menos famosas, se han transmitido durante siglos y cuentan, a través de sus ingredientes, historias de dominaciones e influencias culturales, políticas y sociales.
Sentarse a la mesa en Italia es, por lo tanto, una verdadera experiencia sensorial y cultural, a través de materias primas de alta calidad y antiguas tradiciones culinarias, todas por descubrir.
Parafraseando otro famoso dicho, "todo lo que es bueno, o te hace daño o te hace engordar", es de hecho, un dicho que no se sostiene, ya que hablamos de la cocina del Belpaese. No es una coincidencia que la "dieta mediterránea" haya sido reconocida como bien protegido por la UNESCO e incluida en la lista del patrimonio oral e intangible de la humanidad. Estudiados por el fisiólogo estadounidense Ancel Keys en tiempos recientes, los orígenes de éstos hábitos alimenticios parecen ser realmente antiguos, enraizados en una historia milenaria, en tradiciones seculares y en las actividades de las poblaciones que dominaban la cuenca mediterránea, actividades como la pesca y la agricultura.
Aceite de oliva, cereales y pan, quesos frescos y verduras, poca carne, privilegiando el pescado. Este parece ser el elixir de la vida al que se agrega, con moderación, un buen vino tinto. El modelo mediterráneo se opone al modelo estadounidense preveendo una cocina "pobre", pero muy gustosa. La clave del éxito de ésta dieta está relacionada con el bajo consumo de carnes rojas y, en general, con el uso limitado de grasas animales, predominantes en la cocina estadounidense. Esto da como resultado una menor incidencia de enfermedades cardiovasculares, isquemias y tipos particulares de tumores, l que se evidenció y se registró a principios de los años sesenta, especialmente en Italia, donde las espectativas de vida estaban entre las más altas del mundo.
Pasta en salsa de tomate, bruschetta con aceite de oliva extra virgen, pizza, sopas de verduras y otras glotonerias de la Bota no solo son buenas, sino que hacen bien a la salud, con una sola única y razonable condición: ¡No exagerar!
Después de todo, Orazio también dijo, "est modus in rebus"!