Llega el buen tiempo a Florencia y con él, los largos paseos por Boboli y los encantadores atardeceres en el Piazzale Michelangelo. Pero con la llegada de los primeros calores, otro gran protagonista se prepara para hacer su aparición en las calles del centro histórico: el gelato!
Desde los grupos de turistas hasta los estudiantes que se relajan después de las clases. Desde los profesionales que se conceden una pausa reconfortante entre una cita y otra a las familias que pasean por las calles de la ciudad, con la alegría de los niños obviamente, no hay una persona en el centro que no esté saboreando un gelato cremosísimo.
Sea sobre un cono, en un vasito, en una brioche llena de aroma, smoothies energéticos, sorbetos para quitar la sed, la crema de chocolate para los amantes de la tradición, las mezclas más extrañas para quien no renuncia a lo exótico, golosos y envolventes, afrutados y refrecantes, se pueden encontrar gelatos vedaderamente para todos los gustos!
Y, no obstante sea un alimento conocido en todo el mundo, el origen de este producto está aún envuelto en la leyenda. Se piensa que el antepasado del gelato, una mezcla de hielo, leche y arroz, fue inventado por los chinos alrededor del año 500 A.C. utilizando una ingeniosa estrategia para “fabricar la nieve”, es decir: haciendo enfriar inmediatamente el aqua caliente sobre rocas frías. Otros hipotetizan que el sorbeto tenga un origen más reciente y que haya nacido en Sicilia en el período de la dominación islámica, entre los años 827 y 1091. Aquí los árabes habrían importado la caña de azúcar que, mezclada con el agua, se congelaría por el efecto de las temperaturas bajas obtenidas con una solución de salitre y agua, en la cual se sumergía el recipiente de la preparación.
Del Extremo Oriente hasta el Mar Mediterráneo, lo que sí es cierto es que Florencia ha tenido un rol fundamental en la difusión de esta golosidad! Son dos los florentinos a los cuales se les atribuye la paternidad del gelato: el primero, Ruggeri, era un vendedor de pollos en la Florencia del siglo XVI, que ganó un concurso de cocina en la Corte de los Medici, presentando el plato más exótico jamás visto: “Hielo al agua azucarada y aromatizada”. La leyenda narra que Catalina de Medici, encantada por esta delicia, llevó a su creador a París como jefe pastelero, y que su receta se haya extendido por toda Francia.
El otro es, indudablemente, uno de los florentinos de más alto ingenio e increíble versatilidad: hablamos de Bernardo Buontalenti. Arquitecto, escultor, escenógrafo, ingeniero, Buontalenti fue alumno de Vasari y se considera sea el verdadero padre del gelato moderno. En ocasión de la visita de algunos embajadores españoles, recibió de parte de los Medici el encargo de organizar un recibimiento sorprendente. Entre las tantas genialidades presentadas durante la fiesta, estuvo la receta del “zabaione”, un postre a base de leche, miel, yemas de huevo, vino, y una maquinaria para enfriarlo. Una vez congelado, este postre se transforma en el “dolce gelato” antológico: la célebre crema florentina, rebautizada “Buontalenti” en honor a su brillante creador.