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El sindrome de Stendhal y las cifras del turismo

sindrome de Stendhal

@donnamoderna.com

Les ha ocurrido el encontrarse delante a una obra maestra de arte y quedarse sin aliento? Se llama sindrome de Stendhal. El nombre se debe al escritor francés que fué el primero en experimentar ésta sensación de abrumación delante a la belleza, justamente en una de las ciudades del mundo más ricas en arte, nuestra Florencia.“Había alcanzado ese nivel de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestiales que provocan las artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, sentí un latido fuerte en el corazón, la vida para mí se había enredado, estaba caminando temiendo caer ".

Así, Marie-Henri Beyle, Stendhal, de hecho, describe esa sensación de vértigo mezclado con taquicardia que, por primera vez, lo impactó en el famoso complejo monumental florentino. Santa Croce, que el autor visitó en 1817 con motivo de su Grand Tour, aún conserva los restos de algunos de los personajes más ilustres de la historia, como Miguel Angel o Galileo. Además, sus capillas y la extraordinaria sacristía conservan obras de valor inestimable, como el crucifijo de Donatello, las terracotas de Della Robbia o el maravilloso Cenáculo pintado en mural por Taddeo Gaddi, de la escuela de Giotto.

No es sorprendente, por lo tanto, que caminar por los pasillos de la basílica o permanecer en el claustro pueda crear una sensación de maravilla ante el asombro del espectador. No hay nada que temer, más que dejarnos sorprender por perturbaciones psicosomáticas pasajeras, de hecho, la exposición al arte parece tener innumerables aspectos positivos no solo desde un punto de vista psicológico, sino también físico.

De hecho, existen numerosos estudios que vinculan el arte y la salud. A través de la neuroestética, por ejemplo, se están investigando las formas en que las diferentes áreas del cerebro interactúan entre sí para formular juicios estéticos, explorando las actividades neuronales subyacentes al proceso creativo, actividades que parecen estimular incluso las áreas motoras, correlación que permitiría conducir investigaciones más profundas incluso sobre graves trastornos neurodegenerativos como el Alzheimer.

Menos recientes, pero aún extremadamente interesantes, son los estudios sobre los beneficios que aportaría la observación de las obras de arte. No es una novedad que al dejarnos maravillar por una obra maestra el cerebro libere dopamina, un neurotransmisor que estimula el buen humor. La escuela de medicina de la Universidad de Harvard, de hecho, patentó el "The Training Eye", un intervalo en el que los médicos pueden concentrarse y relajarse mientras contemplan una obra de arte. Esta práctica mejoraría las habilidades analíticas, y por lo tanto el diagnóstico. Aliviaría el espíritu crítico y, no menos importante, nos permitiría desintoxicarnos de la sobredosis de tecnología a la que estamos sometidos diariamente.

Aquellos que tienen la suerte de estudiar italiano en Florencia viven inmersos en el arte y, además de involucrarse con un lenguaje estratégico para el mundo de la cultura, pueden disfrutar de los innumerables efectos beneficiosos que ofrece las 24 horas este espectáculo de belleza. No es casualidad que, solo en el último año, los Uffizi florentinos hayan superado los 4 millones de visitantes: 1 millón más que el año anterior, registrando un aumento del 50% en ingresos.

¡Déjate contagiar por la belleza!